1939-81

Una «segunda vida» en México

Sede Norte del IPN (Ciudad de México).
Sede Norte del IPN (Ciudad de México).

En la sede de la dirección general del Instituto Politécnico Nacional (IPN), al norte de la magna Ciudad de México, es posible encontrar una placa en recuerdo a los «maestros del exilio español» que contribuyeron a la creación de esta institución científico-educativa tras su llegada a México en 1939. Entre los nombres del plantel de docentes a los que se expresa gratitud no podía faltar el de nuestro protagonista.

Si Modesto Bargalló desarrolló casi la práctica totalidad de su carrera docente en España en la Escuela Normal de Maestros de Guadalajara, su labor docente en México se desarrolló mayoritariamente en diversos centros del IPN. Tras un intento fallido de fundar una escuela con otros colegas exiliados (proyecto que solo duró unos meses) y tras ejercer la docencia en el Colegio Luis Vives de México D.F. (como atestigua la firma recogida en Primeros conocimientos de física, uno de sus libros publicado a su llegada en México), Bargalló inició su trayectoria en el IPN apenas un año después de su llegada a México. Entre 1940 y 1954 fue profesor de las Escuelas Vocacionales 1 y 3. Desde 1945 hasta su jubilación en marzo de 1972 fue profesor en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas. Durante sus años de docencia en el IPN impartió diversas materias de química, como Laboratorio de Química y Química Inorgánica.

Algunas de las asignaturas impartidas por Modesto Bargalló en el IPN. Documento recuperado gracias al Archivo Histórico del IPN.
Algunas de las asignaturas impartidas por Modesto Bargalló en el IPN. Documento recuperado gracias al Archivo Histórico del IPN.

Al igual que en España, Bargalló continuó su intensa labor editorial en México donde publicó múltiples obras y manuales desde su llegada al país. Durante sus primeros años en México publicó varios libros sobre enseñanza de la física nacidos de su quehacer profesional en España. Desde estas obras seguirá latente su labor en el taller de construcción de aparatos de física que con tanto esfuerzo había construido en la escuela normal alcarreña y que tuvo que abandonar, como él mismo explícito en La física en la escuela primaria (1940).

Extracto del prólogo de «La física en la escuela primaria» (1940).
Extracto del prólogo de «La física en la escuela primaria» (1940).

No obstante, la mayoría de su obra mexicana estuvo conformada por diversos manuales de química y otras obras sobre su historia. Asimismo, escribió múltiples artículos en revistas tan destacadas como Ciencia, el máximo órgano de expresión de los científicos exiliados,  de cuyo consejo de redacción llegó a formar parte; y participó en diversos congresos, comisiones y jornadas en México y otros países latinoamericanos, que ilustran la notoriedad profesional que también llegó a alcanzar en tierras mexicanas. 

En México, Bargalló se consolidó como una figura destacada en el ámbito de la reflexión didáctica, epistemológica e histórica sobre las ciencias químicas. Prueba de ello es la concesión en 1977 del Dexter Award de la History of Chemistry Division de la American Chemical Society, convirtiéndose en el primer y único español que ha sido premiado con dicho galardón. Este premio reconocía así su destacada producción impresa en el ámbito de la historia de la minería, la metalurgia y la química inorgánica, un ámbito en el que sus trabajos siguen siendo citados como obras de referencia todavía hoy. 

Fotografía que acompaña la nota biográfica sobre Bargalló publicada por la ACS con motivo del Dexter Award.
Fotografía que acompaña la nota biográfica sobre Bargalló publicada por la ACS con motivo del Dexter Award.

Bargalló fue un profesor muy querido por sus estudiantes mexicanos, algunos de los cuales le recordarán haciendo bromas en clase, indignándose ante la dictadura franquista en España o recorriendo el D.F. en la parte trasera de la moto de su hijo Miguel con quien hablaba una lengua que resultaba extraña a oídos chilangos: el catalán. En México, su hija Luisa Bargalló Porrera desarrollará una notoria trayectoria como profesora de química. Asimismo, allí nacerán sus nietos, como Sara Cortés Bargalló, quien desarrolló una relevante carrera en el ámbito de la medicina. Pese al profundo amor que profesó a México, nunca llegó a nacionalizarse mexicano, pues como él mismo reconoció:

 

Quiero mucho a México, quizá más que algunos mexicanos, pero eso de dejar ser español, me hubiera dolido en el alma. Tener que firmar que uno deja de ser español, eso no haría nunca en mi vida. 

 

Como muchos exiliados, Bargalló pensó que el nuevo régimen llegaría a su fin con el final de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, aquello nunca llegó a ocurrir y desde el otro lado el Atlántico tuvo que presenciar cómo la tierra donde había crecido, estudiado y trabajado hasta los 45 años quedaba atrás. Una tierra que no volvería a pisar, aun habiendo tenido la oportunidad; como él mismo reconocía a su 85 años:

 

No, no he vuelto a España, no he vuelto ni pienso volver, porque me moriría de la emoción y con el corazón a mi edad, no se puede jugar (...). Cada lugar que pisara, no puedo...

 

Finalmente, casi ciego y aquejado de problemas cardíacos, Modesto Bargalló falleció el 1 de julio de 1981 a los 87 años; aunque su legado sigue vivo en quienes seguimos aprendiendo de sus contribuciones a la didáctica y la historia de la ciencia.