Escribir el pasado de las ciencias 

Modesto Bargalló en su despacho (posiblemente a principios de la década de 1970) manejando fichas de lectura. Fotograma recuperado gracias al documental de la Universidad de Alcalá dedicado a su figura en el marco del Año de la Ciencia 2007.
Modesto Bargalló en su despacho (posiblemente a principios de la década de 1970) manejando fichas de lectura. Fotograma recuperado gracias al documental de la Universidad de Alcalá dedicado a su figura en el marco del Año de la Ciencia 2007.

Modesto Bargalló no solo exploró el uso de la historia de la ciencia para la enseñanza de las ciencias y para la reflexión epistemológica a través de la terminología científica, sino que se aventuró a explorar el ejercicio de investigación y escritura de la historia de las ciencias con predilección manifiesta por la historia de las ciencias y técnicas químicas. En este terreno granjeó un gran éxito, obteniendo en 1977 el Dexter Award de la American Chemical Society por sus numerosas contribuciones a la historia de la química, la minería y la metalurgia. A sus 83 años se convertía así en el primer y único español que ha obtenido este galardón.

 

En México, Bargalló, contando con la valiosa ayuda de su esposa Luisa, dedicó largas horas a cavilar y escribir sobre temas histórico-científicos como el beneficio del patio en el siglo XVII en Nueva España, la biografía de Humboldt, las minas de azogue (mercurio) y «la guaira» (un tipo de horno de fundición) del Perú durante el siglo XVI o la obra de Bartolomé de Medina, entre otras muchas cuestiones propias de la historia minera y metalúrgica de Hispanoamérica

Explicación del fenómeno del «fuego nuevo» incluida por Bargalló en «La química inorgánica y el beneficio de los metales en el México Prehispánico y Colonial» (1966), donde explicita la ayuda de su mujer Luisa.
Explicación del fenómeno del «fuego nuevo» incluida por Bargalló en «La química inorgánica y el beneficio de los metales en el México Prehispánico y Colonial» (1966), donde explicita la ayuda de su mujer Luisa.

Esta dedicación al trabajo de historiador en modo alguno puede entenderse desligado de su labor en España, donde promovió ampliamente el uso de la historia de la ciencia para la enseñanza de las ciencias. Asimismo, además de publicar trabajos específicos sobre historia de la ciencia y la técnica en México, Bargalló siguió incluyendo abundante información histórica en sus manuales de química, tal y como había acostumbrado a hacer en sus obras en España. Muchas de estas referencias históricas dejarán entrever claramente sus raíces, al aludir con frecuencia a químicos españoles de su época, como Enrique Moles, o a contribuciones españolas a la historia de la química, como las de los hermanos D'Elhuyar, Andrés Manuel Del Río o Antonio de Ulloa.

México brindó a Bargalló la oportunidad de profundizar en su interés en la historia de la ciencia, ya demostrado en sus años en España, transitando de uso didáctico a su escritura. No obstante, el propio Bargalló ya demostró un profundo interés en el ejercicio de escritura histórica en España, donde presentó en 1928 una solicitud de pensión a la Junta de Ampliación de Estudios para viajar a Francia con el objetivo de preparar una monografía sobre historia de la química. Pese a la favorable recomendación del entonces director de la Escuela Normal de Maestros de Guadalajara, Daniel Carretero, la pensión no le fue concedida. De nada sirvió el intercambio de correspondencia con el mismísimo Santiago Ramón y Cajal a fin de averiguar el devenir de la solicitud. 

Aquel interés terminó florenciendo en México, donde su producción historiográfica sigue siendo una referencia obligada en los estudios históricos sobre historia de la química. Una historia de la que él mismo ya forma parte.